Hay muchas personas que en un momento de su vida han dicho: "Todavía es muy pronto para empezar a luchar por mis metas" y creyeron que la vida se estancaba en un apartado eterno: la juventud. Pensaron que el tiempo se detenía y que "mañana", cuando tuvieran 20 años, 25, 30... cuando fueran a la universidad, cuando se casaran, cuando... Y fue transcurriendo el tiempo y un día se encontraron con la terrible sorpresa: El tiempo había pasado, la juventud había desaparecido. Se había esfumado una parte vital de la existencia. El agua del río que había corrido, ya no se devolvía. Lo que parecía eterno, la etapa juvenil, se había diluido y el encuentro con la realidad era espantoso. ¡Qué frustración!
Existencias grises e inútiles, desperdiciadas, porque creyeron que todavía no era tiempo para empezar. Que "mañana" sería el momento. Postergando decisiones, dejando de hacer cosas importantes. Mucha gente se encuentra ahora con las manos vacías, lamentándose de haber dejado escapar tiempo precioso, tiempo que se fue para nunca más volver. No comenzaron a luchar, no tomaron la vida en serio. No sembraron esfuerzos, ideales, sacrificios y, por eso, ahora la cosecha es tan pobre.
Por eso decimos: Nunca es temprano para empezar a labrar un porvenir pleno. Nunca es temprano para adquirir el hábito del estudio, del trabajo, de la oración, del pensar, del empeñarse en luchar por ideales. La vida se pasa rapidito. Todo corre más veloz de lo que suponíamos cuando éramos jovencitos. Ahora es el momento. No podemos dejar para otro día, para otro año, lo que ya se puede hacer. La oportunidad es única y no deje para mañana lo que hoy puede hacer.
Sí, joven, la vida se nos presenta algunas veces como un espejismo donde todo lo vemos muy quieto, estable, casi inmóvil. ¡Y qué va! Todo se mueve. Los planetas, el universo, el corazón, las células, la vida entera y el tiempo. Sí, el tiempo marcha hacia adelante sin detenerse. Y es irreversible. Nada lo detiene. El ayer jamás volverá. Esto es muy serio para tomarlo en broma. El tiempo que quedó atrás jamás se podrá recuperar. Por eso, ahora es el momento de actuar. ¡Hoy!
Pero el que lee este mensaje y se siente más o menos reflejado en lo que hemos dicho, le manifestamos: ¡Nunca es tarde para triunfar! Es cierto que desperdició tiempo en el pasado, pero todavía está vivo. Todavía tiene tiempo. Sí. Nunca se es demasiado viejo para tratar de triunfar. No hay edad que le impida el empezar. Usted puede comenzar su lucha por sus ideales y dedicar tanta intensidad en lo que pretende, en lo que desea. Usted puede conseguir lo que aspira. Cualquier día es oportuno para empezar. Lo grave sería no dar el primer paso o dejar de dar el último que se necesita para llegar a la meta. Porque muchos están a mitad de camino, tentados en no dar los últimos pasos que se necesitan para llegar a la meta. ¡No se rinda, por favor! El éxito puede estar a la vuelta de la próxima esquina que le falta por alcanzar. No sea de ese número de personas que empiezan con ánimo y esperanza y trabajan y actúan, pero después de unos años su resistencia comienza a flaquear y se convencen de que ya no vale la pena buscar más éxito y se dejan llevar por el desánimo.
No se rinda a mitad del camino. ¡Levante su frente y suba cada día un peldaño más! Todo obstáculo es posible de vencer. Don Bosco repetía esta frase: "Yo, cuando encuentro un obstáculo, le doy una gran vuelta y paso hasta el otro lado. Pero... ¿echar para atrás? Jamás. Eso nunca." La constancia todo lo alcanza. Dios no regala a nadie sus triunfos fácilmente, pero siente mucho gusto en repartirlos entre los que no se desaniman en la lucha por conseguirlos.
No se olvide que nunca es tarde para empezar y mientras tenga vida puede luchar. Si le pide ayuda al Señor, Él tiene todo el poder y la gloria y le puede dar lo que usted necesita: iluminación, esperanza, fortaleza, dominio de sí mismo y valentía. Y recuerde, con Dios, ¡usted es invencible!
Mons. Rómulo Emiliani
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